Oh Reina y Madre de la Purificación,
Virgen María llena de gracia
que fuiste Madre por obra de Espíritu Santo
conservando tu virginidad,
y, para darnos ejemplo de entrega y humildad,
de obediencia a la Ley y voluntad de Dios,
después de ser Madre, fuiste al templo para purificarte
al mismo tiempo que presentaste al Divino Niño Jesús
como tu muy amado Hijo primogénito para consagrarlo,
y allí fue reconocido como verdadero Mesías,
Luz de las naciones y Gloria de Israel.