¡Oh admirable y esclarecido protector mío,
san Antonio de Padua!
Siempre he tenido grandísima confianza
en que me habéis de ayudar en todas mis necesidades,
rogando por mi al Señor a quien servisteis,
rogando por mi al Señor a quien servisteis,
a la Virgen Santísima a quien amasteis
y al divino Niño Jesús que tantos favores os hizo.