Oh, bienaventurado san
Valentín,
mártir de Cristo por amor a Dios,
hombre de fe
sencillo y entregado,
lleno de compasión
y con un gran corazón,
amado y venerado
por todos los pueblos,
aclamado y
ensalzado en todos los tiempos,
por los muchos
beneficios que concedes
a los que padecen
en su vida sentimental,
a los que reclaman
tu auxilio en su aflicción,
a los que buscan
satisfacer sus deseos y anhelos de amor.