Esta antigua y muy efectiva oración de protección está dedicada a la Pasión de Jesucristo, cuando lo llevaron a crucificar al Monte Calvario, y al desconsuelo de su Madre, la Virgen Santísima, buscando a su Hijo, Cristo nuestro Señor.
Cuando le encuentra en la calle de la Amargura le saluda con su mirada, con sus ojos llenos de lagrimas y dolor.