San Pedro, glorioso Príncipe
de los Santos Apóstoles,
pastor de todos los fieles del Señor,
efectivo abogado y
protector de nuestras almas,
portador y
guardián de las llaves del Reino de los Cielos,
y coronado de honor y gloria por toda la
eternidad:
por el ardiente
amor que sentiste por Jesucristo,
por las lagrimas de arrepentimiento que derramaste,
por los dones que
recibiste del Espíritu Santo,
y por tu gran poder
para hacer el bien,
te suplico
humildemente me alcances ayuda de Dios
en mis necesidades
corporales y espirituales,
así como lo que
solicito en esta ocasión lleno-a de esperanza.